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Las grandes historias toman tiempo


Hace unos años una gran amiga en un momento de oración me compartió esta frase que me marcó por completo: “Las grandes historias toman tiempo¨.


Muchas veces tendemos a ver nuestra vida como un episodio, en lugar de una serie completa. Esperamos que la trama, retos y dificultades se resuelvan en el mismo capítulo, pero ¿qué gran historia se cuenta en 40 min? Sin duda no las merecedoras del Oscar.

Una buena serie está llena emociones, cambios inesperados, retos imposibles por cumplir, sueños irrealizables, un amor por conquistar y todo un recorrido para que suceda lo que más anhela el protagonista.


Las grandes historias nunca te llevan por la ruta fácil y esperada, de hacerlo, la dejarías de ver en el primer capítulo; entonces ¿cuál es la clave para que el espectador le siga dando click a “ver siguiente episodio”?


Sin duda, EL SUSPENSO.


¿Alguna vez has sentido que Dios te ha dejado en suspenso? Bueno recientemente esa es mi vida, un MISTERIO que me tiene constantemente sorprendida. De ser co-productora y directora, Jesús me ha invitado a sentarme y disfrutar del show.




¿Esto es fácil? Pues la verdad que a veces no. Hay momentos que me encantaría darle “fast-forward” o inclusive saltarme el episodio, pero cuando dejas de ver segmentada tu vida y comienzas a confiar que el Director va a contar “una gran historia”, sabes que el tiempo de espera, de choque y de dificultad, no solo vale la pena, sino que VALE LA VIDA.




Hay veces que Dios permite “casos imposibles” en nuestra historia, para dejar en evidencia al mundo su Gloria, su Poder y su SOBREABUNDANCIA.

Piensa en Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Zacarías e Isabel. Vivieron en “suspenso” muchos años sin poder tener hijos, ¿por qué Dios permitió tanto tiempo de espera? Porque el Director estaba tramando una historia más grande de la que ellos estaban pidiendo. Estas parejas esperaron en Dios y salvaron naciones.


Otra gran historia es la de José el soñador. Dios le aseguró que tendría una posición de liderazgo sobre sus padres y hermanos (Gn 37:5–11). ¿Qué fue lo siguiente que pasó? Lo vendieron a los egipcios y lo encarcelaron por años. Después de muchos retos y dificultades comienza a interpretar sueños para el Faraón y lo ascienden a ser segundo en mando en Egipto. Al final sus hermanos inesperadamente llegan a este territorio a pedir auxilio y es José a quien le toca recibirlos y decidir si se les ayuda o no. José reconoce la mano de Dios en su historia y ve cómo un evento “traumático”, Dios lo transforma en mayor “bendición” para él y su familia.


Y por último, no podemos dejar de mencionar el capítulo más importante de la historia: María concibe al Mesías por medio del Espíritu Santo, un suceso biológicamente imposible, que deja en evidencia la grandeza del Creador.


Las grandes historias escritas por Dios no tienen lógica humana, porque no están pensadas en lo “posible” sino en el “mayor amor y bien que existe”. Dios quiere que lleguemos a la plenitud para la que fuimos creados, desea convertir nuestra vida en una historia llena de milagros, de retos conquistados, de batallas vencidas, de gracias alcanzas y corazones transformados.


Nuestros deseos se quedan cortos a comparación del sueño de Dios para nuestra vida, ÉL SIEMPRE ES MÁS. Más de lo que podemos imaginar y soñar, más de lo que podemos pensar y planear. Porque Dios no solo supera nuestros planes, sino también cualquier expectativa.

Dejemos de ver nuestro presente como un capítulo frustrado y veámoslo cómo la pieza clave de la MEJOR HISTORIA.


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